Sitonia es un prodigio de tesoros naturales: bosques de pinos rodenos y piñoneros bordean las largas playas de arena fina resguardadas al fondeo de ensenadas solitarias, brazos de mar que se adentran profundamente en la costa rocosa, abrupta y recortada. Menos frecuentada que la de Casandra, la península de Sitonia alberga localidades costeras a escala humana. Una magnífica carretera rodea los 110 km de costa ofreciéndonos magníficas vistas, en particular en el extremo meridional, del cabo Drépano y el monte Athos.