Las extensas ruinas de Dunnottar se alzan sobre un promontorio casi inaccesible, ya que tres de sus lados lo forman escarpadas rocas. Este espectacular paraje, más impresionante aún cuando amenaza tormenta, sirvió de decorado al Hamlet de Franco Zefirelli. Cuenta la leyenda que san Niniano fundó aquí una comunidad cristiana allá por el s. V, de ahí que más tarde sir William Keith fuera excomulgado por haber osado construir en el s. XIV el castillo actual.