La opinión de la Guía Michelin
El monasterio de Rozen surge en un fabuloso paraje dominado por las pirámides. El conjunto, de lo más sencillo, se adorna con un pequeño y florido jardín, un fresco y sombreado patio, una parra y galerías de madera. Por su parte, la iglesia está cubierta de pinturas murales y recibe la luz a través de curiosas vidrieras; no pase por alto su magnífico iconostasis. La austera soledad del entorno, la belleza del paisaje y los cantos ortodoxos emitidos sin cesar añaden aún más emoción a la visita.