En su día era la plaza mayor, el escenario de la vida urbana. Alrededor de este inmenso espacio peatonal se alzaban los principales monumentos públicos de la ciudad: la gran basílica (donde se resolvían los asuntos comerciales y jurídicos), el macellum (mercado cubierto), el templo de Apolo (copias de estatuas de Diana y Apolo) y el consagrado a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), el de Vespasiano y, por último, el edificio de Eumaquia.