Los confortable salones del restaurante Drouant, situado en esta plaza, acogen desde 1914 el que seguramente sea el acontecimiento literario más importante de las letras francesas: el premio Goncourt, al que muchas veces se ha criticado bien por su audacia (Marcel Proust se convirtió en el flamante ganador de 1919) bien por su falta de miras (descartó a Louis-Ferdinand Céline para beneficiar a un autor hoy prácticamente olvidado). Lo que es seguro es que el resultado de las deliberaciones garantiza al premiado buenas rentas en derechos de autor.