Después de la ocupación polaca de 1612, esta bonita iglesia, algo informe y totalmente asimétrica, sustituyó a un primer santuario de madera de 1380 para conmemorar la victoria de Dimitri Donskói frente a los tártaros en Kulikovo. Conserva cierto encanto a pesar de sus múltiples remodelaciones. En la galería destaca la capilla de invierno, dotada de calefacción, un elemento atípico en los templos de esta época que no se podían calentar porque resultaba muy caro, de modo que sólo se utilizaban cuando hacía buen tiempo.