En la carretera de Milas hay un monumento que no nos podemos perder. El magnífico templo romano de Euromos, único vestigio visible de la ciudad de Euromos, parece surgir de la nada. Construido en el s. II d.C. para venerar a Júpiter, el templo es uno de los mejor conservados de Turquía. Dieciséis de sus columnas, de fuste acanalado y coronadas por elegantes capiteles corintios, han sido levantadas de nuevo. Doce de ellas lucen una placa cubierta de inscripciones (son las firmas de los donantes).