La opinión de la Guía Michelin
Los monjes cistercienses se establecieron en 1136 en el fértil valle del Tweed. Tras varias incursiones devastadoras, Roberto I reconstruyó la abadía en el s. XIV: aquí está enterrado su corazón. A partir de entonces la comunidad fue prosperando hasta convertirse en una de las más ricas de Escocia; más tarde llegarían la secularización y la decadencia. Gracias a Walter Scott, impulsor de las reparaciones llevadas a cabo entre 1822 y 1826, pudieron salvarse por ejemplo las magníficas esculturas decorativas.