El castillo de Matsumoto (s. XVI), erigido sobre una peana de piedra, se alza señorial en el centro del pueblo protegido por fosos, antaño disuasorios y eficaces, hoy todavía inundados de agua. Combinados con un sistema defensivo digno del más inexpugnable castillo medieval, estos fosos servían para subsanar un inconveniente de bulto: una estructura de madera y su corolario, el incendio. El castillo, declarado tesoro nacional, posee una hermosa torre del homenaje, también de madera, considerada la más antigua del país. Un edificio magnífico.