Un trozo de paraíso a salvo del turismo. La isla de Ishigaki, puerta de entrada del archipiélago de las Yaeyama, reúne prácticamente todos los ingredientes para una estancia ideal y marcada por la sencillez: una naturaleza generosa y preservada, un litoral idílico, aguas transparentes... Única concesión a la modernidad: la ciudad de Ishigaki, que concentra la actividad comercial de la isla. Modernidad de la cual escapará en un abrir y cerrar de ojos yendo hasta la agreste isla de Iriomote, al sur de Ishigaki, o a la isla Taketomi, donde el tiempo parece haberse detenido.