En un magnífico circo de montaña dominado por los montes Tomaros (1.974 y 1.816 m), el antiguo santuario de Dodona se asienta en un enclave impregnado de una serena majestuosidad. El germen de la ciudad antigua fue al parecer un santuario, consagrado primero a Dione y más tarde, con la llegada de los griegos, a Zeus. De la acrópolis que la presidía solo quedan algunos fragmentos de la muralla. Todavía se distingue el emplazamiento del estadio (finales del s. III a.C.). El teatro es uno de los más grandes y mejor conservados de toda la Grecia antigua.