Una larga escalera a la sombra de las criptomerias lleva hasta el santuario de Hongu (uno de los santuarios sagrados de Kumano Hansan), consagrado a la deidad Ketsumiko, posteriormente asimilada al Buda Amida. Su edificio, ocho veces centenario, está hecho con materiales naturales brutos, lo cual da una impresión de unidad con la naturaleza que lo circunda. En la entrada llaman la atención los estandartes con el emblema del lugar: una corneja con tres patas, símbolos respectivamente del cielo, la tierra y la humanidad.