Apostado sobre los acantilados que dominan el puerto de Halifax, este fuerte costero construido en 1793 (declarado patrimonio histórico nacional) jugó un papel esencial en los sistemas de defensa y de alerta de la ciudad. En 1794 el príncipe Eduardo reforzó la posición y le dio al reducto el nombre de su hermano, el duque de York. En 1798 mandó construir una atalaya que permitía comunicar mediante señales. Durante la II Guerra Mundial el reducto se usó como centro de coordinación de la defensa de Halifax y de su ensenada contra un eventual ataque alemán. Las ruinas de la torre de piedra aún pueden verse en el flanco norte. En la comandancia (flanco sur) hay una exposición dedicada a las fortificaciones y además nos ofrece una bonita vista del puerto (cuando hace bueno).