El convento de Nuestra Señora de Guadalupe, un inmenso edificio franciscano levantado en 1707 al más puro estilo barroco gracias a la generosidad de los "aristócratas de la plata", se impuso como un verdadero baluarte de la evangelización en el norte de la Nueva España. En la iglesia, el coro conserva su sillería original de madera tallada. Desde el coro se tiene una magnífica vista de la Capilla de Nápoles (s. XIX). Ésta, de estilo neoclásico y fastuosamente decorada con pan de oro, cobija una imagen de la Inmaculada Concepción.