Durante más de 5.000 años los bisontes fueron conducidos a la muerte desde lo alto de este precipicio. Principal recurso de las tribus de las llanuras, los bisontes proporcionaban carne para alimentarse, pieles que servían para vestirse y construir las tiendas, y huesos para fabricar instrumentos como espátulas o agujas. Los filmes y exposiciones (repartidas por cinco plantas) del magnífico centro de información construido en el acantilado exploran diferentes temas relacionados con las poblaciones autóctonas cuyo modo de vida dependía de esta forma de caza. En la cafetería podrá probar la cocina del Oeste o la de los amerindios, como el pan frito Blackfoot (o iimistsikitaan). En el exterior, varios caminos llevan hasta lo alto del acantilado, donde podremos deleitarnos con una extraordinaria vista de la región. Otros caminos bajan al fondo del precipicio, hasta el lugar donde se procedía al despiezado de los bisontes.