La cueva ocupa un paraje salvaje, al borde de un acantilado, en la linde del Escudo Canadiense y la cuenca del Lago San Juan. Domina desde más de 68 m de altura el río Métabetchouane y desde el mirador se disfruta de una espectacular vista en picado. Los desertores que se escondieron aquí durante la Segunda Guerra Mundial afirmaban deber su salvación al hada de la gruta. El descenso de 38 m a esta gruta de 10.000 años de antigüedad es impresionante (se recomienda llevar calzado adecuado, proporcionan cascos).