Uno de los fenómenos más hermosos de una región es la cascada Burney de 39m, apodada por Theodore Roosevelt la octava maravilla del mundo. Aunque no muy alta, debe su singularidad a la presencia de una corriente subterránea que fluye justo debajo del fondo del río Burney, formado por los deshielos primaverales, que cae en cascada por un risco de basalto, creando una estruendosa cortina. El agua de la corriente subterránea mana entre los helechos del risco formando miles de pequeños saltos de agua con unos fascinantes efectos acuáticos. La neblina que se forma sobre la cascada tamiza la luz que se filtra a través del follaje, presentando un cambiante juego de sombras y arcoíris. Un sendero (circuito de 1,6km) discurre a lo largo del cañón formado bajo la cascada y por el río Burney. Paneles y un folleto explican las características geológicas y la flora que se pueden ver en los alrededores.