Situado a una hora de la capital, el lago de Bracciano es un destino muy apreciado por los romanos en busca de tranquilidad. De origen volcánico, el octavo lago más grande de Italia (57,5 km2) alcanza en algunos puntos una profundidad de 160 m. Conocido antiguamente como lacus Sabatinus, jugaba un papel fundamental en el abastecimiento de Roma en agua potable. Al caer la noche reina un silencio mágico alrededor del lago, roto solo por el efecto del viento sobre los juncos y el chapoteo del agua.