Imprescindible para saber cómo vivía una acaudalada familia de finales de la época victoriana, la inmensa finca de Lanhydrock incluye un jardín público (carril bici), jardines privados y una amplia casona restaurada conforme a los preceptos de la época. Sus cincuenta habitaciones parecen cobrar vida gracias a la estudiada disposición de muebles, textiles y objetos de la vida cotidiana. La distribución del lugar responde a la estricta jerarquía tanto social como sexual que imperaba por aquel entonces. Una visita instructiva.