Son muchos los chinos que siguen practicando el culto taoísta. El templo del Pico del Este, construido a principios del s. XIV, da fe de ello. Aquí se congregan los fieles para depositar sus ofrendas ante las estatuas de un nutrido panteón de deidades. Componen una sorprende algarabía de rostros mitológicos, que unas veces pueden ser humanos, otras animales o bien una mezcla de los dos. En el patio de entrada una profusión de estelas recibe al visitante, y un museo, de modestas dimensiones pero con magníficas colecciones, evoca la historia de Pekín.