Desde el templo del Cielo (s. XVI, aunque reformado en los ss. XVIII y XIX) los emperadores Ming y Qing ejercían de intermediarios espirituales de la nación entre el pueblo y los dioses. El lugar está hecho a la medida de tan magno evento, ¡es grandioso! Las ceremonias se iniciaban en el altar circular cuya excepcional acústica nos devuelve el eco del menor murmullo. La bóveda celestial imperial conserva aún las tablas de oraciones. El inmenso templo de la Oración para la Buena Cosecha (s. XV), sostenido por 28 pilares de madera de cedro y cubierto con tejados circulares, es uno de los símbolos de China.