Bajo la advocación del evangelizador de los alemanes (s. VI) la colegiata gótica de San Fridolín, del s. XIV, es un claro ejemplo de barroquización: arcos ojivales transformados en arcos de medio punto, bóvedas rebajadas para formar una bóveda de cañón de decoración sencilla, ventanas elevadas transformadas en vanos redondeados. El tesoro conserva el relicario de san Fridolín, magnífica orfebrería augsburguesa del s. XVIII, en forma de carroza.