La esbelta silueta de esta joya del Renacimiento se levanta por encima del Indre reflejándose en sus aguas. Tras la ambiciosa campaña de restauración, el castillo de Azay-le-Rideau cuida hoy de sus interiores y aborda la reconstitución completa y rigurosa de su decoración interior. Si un elemento dejó de existir, se reinventa el oficio y la técnica que le dieron forma y espíritu. El castillo se convierte así en un polo de excelencia en el que se dan cita todos los oficios y saberes necesarios a la preservación y puesta en valor del patrimonio francés.