Esta plaza triangular, situada ente la fachada de la catedral, acogía antaño un mercado de guantes. Está bordeada de antiguas casas llenas de encanto. Un pozo, atribuido a Quentin Metsys, alza su grácil coronamiento de hierro forjado dominado por el legendario Brabo blandiendo la mano del gigante que había aterrorizado a los marinos que navegaban por el río Escaut.