Este monasterio fue construido por los agustinos y se terminó en 1560. La fachada de la iglesia, una joya plateresca, presenta un refinamiento teatral que contrasta con la rudeza de la arquitectura, apenas suavizada por la pequeña espadaña. El magnífico claustro de los Naranjos conserva aún algunas hermosas pinturas, así como un friso de salmos miniados que se prolonga a lo largo de las celdas. En el exterior del atrio, justo enfrente de la iglesia, una cruz ilustra el estilo tequitqui, arte que fusiona la iconografía y las técnica europeas e indígenas.