En un repliegue de la montaña aguarda un ejército de gigantes: decenas de millares de cedros del Líbano de aroma embriagador y follaje de reflejos azules y plateados. Estos sobrevivientes están hoy celosamente protegidos: desde la Antigüedad, la especie ha estado amenazada por los carpinteros y astilleros de todo el Mediterráneo. El bosque es aún más espectacular entre septiembre y octubre, cuando se encuentra en flor.