Circular en moto cuando el calor aprieta

Entre el sol que pega fuerte y el asfalto que desprende fuego, ir en moto en verano puede resultar una experiencia poco agradable. Estos son nuestros consejos y reglas a tener en cuenta para circular en las mejores condiciones cuando la temperatura sube y el calor agobia.
Circular en moto cuando el calor aprieta
©Biserka Stojanovic/iStock

Adapta tu equipamiento

Cuando hace mucho calor es fácil caer en la tentación de cambiar la ropa de moto, gruesa y pesada, por unas bermudas y una camiseta. ¡Grave error! Cualquier caída, incluso a poca velocidad, puede causar graves daños corporales. Más vale gastar un poco en una vestimenta adaptada: ropa de color claro en piel fina y perforada o en tejido de malla Mesh, guantes y casco ventilados, zapatos mejor que botas y ropa interior técnica para absorber la transpiración.

Hasta los 30-35°C, una vestimenta ventilada suele ser suficiente para capear el calor. Si eres muy sensible al calor o en caso de que la temperatura suba por encima de los 35°C, hay que pensar en cierto número de precauciones para evitar que la transpiración sea demasiado abundante, no solo por la incomodidad que entraña, sino también por el riesgo de deshidratación, la cual puede derivar en insolación o en “golpe de calor”.

Quien dice calor, suele decir sol intenso. No solo hace calor: además, el sol abrasa. El viento, sin embargo, hace que no siempre sintamos la quemadura del sol en algún trozo de piel que ha quedado al descubierto, por lo general en el cuello, las muñecas o la nariz. La nuca suele ser uno de los lugares más vulnerables: lleva siempre un fular, una braga de cuello, un palestino o una bandana bien sujeta.

Adapta el ritmo

En la medida de lo posible, intenta viajar “con la fresca”: por la mañana temprano o por la tarde al caer el sol.
Haz pausas periódicas, preferentemente a la sombra, y aprovecha para refrescarte e hidratarte bebiendo agua no muy fría. El alcohol acelera la deshidratación, así que olvídate de él.

Baja la temperatura

Lo más importante es proteger el cerebro, es decir garantizar que la sangre llegue fresca y abundante a nuestro órgano principal. Dicho esto, hay que tener en cuenta que el cerebro está alimentado por las arterias carótidas, situadas en el cuello, justo por debajo de las orejas. Se trata de un lugar poco expuesto en caso de caída, pero muy expuesto al viento relativo. Moja tu cubrecuello (mejor de algodón) y colócalo en la parte superior del cuello de forma que cubra desde la nuca hasta por debajo de las orejas. El flujo de aire caliente evaporará el agua, bajando así la temperatura de la piel (y por ende de la sangre que circula por debajo de ella) y haciendo que el vapor se evacue directamente. No dudes en mojar el cubrecuello con frecuencia y, sobre todo, no esperes a que se haya secado para volver a mojarlo.
Haz lo mismo con las mangas de tu cazadora: mojándote los brazos conseguirás refrescar las muñecas por un rato y rehidratar tu piel.