Este palacio es característico de las residencias aristocráticas sevillanas. A principios del s. XX fue reacondicionado por la condesa de Lebrija, que lo convirtió en un auténtico museo para exponer su colección arqueológica, donde destacan en particular los magníficos mosaicos romanos procedentes de Itálica. La escalera es una preciosidad, enteramente alicatada y cubierta con un magnífico artesonado. En la 1ª planta puede verse una extraordinaria colección de muebles y obras de arte.