En el s. IX, en Montserrat se levantaban trece ermitas repartidas por los lugares más elevados de la montaña. Estas ermitas, organizadas en tres grupos con nombres evocadores de Tierra Santa -Tabor, Tebas y Tebaida-, subsistieron hasta la ocupación napoleónica (principios del s. XIX). Aunque hoy están abandonadas, no dejan de ser el punto de destino de agradables excursiones a causa de la belleza de los parajes y de las magníficas vistas que brindan.