¡Qué bien se siente uno en está acogedora casa de mediados del s. XIX primorosamente decorada! Al frente de los fogones encontramos al francés Patrick Gazeau en solitario, un auténtico artesano que lo hace todo con sus propias manos. Su colorista y sabrosa cocina clásica –como ese lomo de lubina con su crema de bogavante– se basa prevalentemente en el producto local (destacando en particular los quesos de su hijo, ganadero y productor) y en las diversas plantas de los prados valdenses. La esposa, al frente de la sala, es la perfecta embajadora de su talentoso marido.
- Los inspectores de la Guía MICHELIN