Pilares de cemento, barra moderna y puertas de garaje abiertas de par en par para aumentar la sensación de amplitud: esta “factoría” luce hoy de lo más elegante. Aun así, el alma y el corazón de su cocina beben de las tradiciones culinarias del norte de Italia. No es de extrañar: Angelo Auriana y Matteo Ferdinandi están causando asombro con el fulgurante ascenso de su imperio. La devoción por unos sabores regionales bien definidos se pone de manifiesto en cada bocado. Los raviolis caseros de marisco envueltos en una sabrosa y fragante salsa son el plato estrella, pero no se pierda la crujiente focaccina calda di Recco con queso Crescenza: un manjar sublime. Los postres, entre ellos los helados Paciugo, están a la altura.
Dato importante para los amantes del vino: los lunes las botellas se ponen a mitad de precio tanto para el almuerzo como para la cena.
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