Normal que todo el mundo quiera venir a este local que, pese a transportarnos a Oriente Próximo, solo podía estar en el centro de Los Ángeles. Al entrar nos recibe un jardín colgante y esa sensación de sencilla calidez que flota en el ambiente. Otro de los protagonistas del lugar es el pan, propuesto en sus más diversas formas, desde la abultada pita al sabroso pan de trigo sarraceno con sésamo negro. Una buena comida puede incluir los suculentos langostinos a la parrilla, previamente marinados con harissa y servidos con un refrescante y cremoso tzatziki de calabacín. Memorable es también el shawarma de cuello de cordero asado: jugoso y con sus bordes deliciosamente chamuscados.
Si es capaz de contenerse –cosa que no será fácil–, deje espacio para el delicioso y adictivo helado casero.
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