Este inconfundible restaurante de especialidades de Oaxaca lleva funcionando 20 años y tiene muy clara su misión culinaria –misión que queda patente en todo lo que hace, desde la dirección de su sitio web (ilovemole.com) a la fachada naranja que anuncia su presencia desde lejos. El interior, con toques verdes, mesas de vinilo y caras sonrientes, resulta un tanto extravagante. La parrilla inunda la sala con el aroma de los pimientos asados y otras viandas.
Las tlayudas, enchiladas y el pozole son deliciosos, pero la especialidad de la casa son sus moles negro y rojo. El mole estofado es tan complejo que resulta casi imposible adivinar los ingredientes que entran en esta salsa densa y oscura, que acompaña el pollo o el cerdo. El mole coloradito se sirve de aperitivo con patatas fritas.
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